domingo, 26 de julio de 2020

LA ADICCIÓN A LA PORNOGRAFÍA


La pornografía se ha convertido en la droga del siglo XXI. Es un negocio para muchos y una adicción para más del 10% de la población. Sus consecuencias son nefastas porque la persona entra en una espiral de degradación de la que encuentra difícil salir. Se cae en este tipo de conductas bien para obtener placer o para afrontar situaciones que nos resultan desagradables como la ansiedad o la frustración.

Es una conducta que puede llegar a ser adictiva debido a la plasticidad del cerebro humano, por la que la repetición de comportamientos (tanto buenos como malos) crea un hábito al establecerse  conexiones entre neuronas en una fase temprana de repetición.

Las consecuencias son la confusión entre afecto y sexo y considerar el placer como criterio primario; la persona se deja llevar por sus instintos en vez de reconducirlos y orientarlos hacia el bien y se despersonaliza la sexualidad. Se busca la excitación sexual y nos alejamos de tener una sexualidad integrada en nuestra vida, que forme parte de la totalidad de la persona, que es cuerpo, psique y espíritu.

Para romper con estos comportamientos es importante desarrollar relaciones que nos permitan amar a otros y servirles y permitir a estas personas que, a su vez, nos amen; integrar la sexualidad en nuestra vida, considerándola un proyecto que abarca a toda la persona, orientándola hacia el bien y conocerse bien a uno mismo, nuestra identidad, pensar en qué somos y qué queremos ser y así actuar para llegar a ser personas con un equilibrio, profundamente enraizadas en la realidad.

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