domingo, 26 de noviembre de 2023

"EL APRENDIZAJE DE IDIOMAS COMO EXPERIENCIA TRANSFORMADORA"

 


Experiencia “El aprendizaje de idiomas como experiencia transformadora”, presentada dentro de la primera fase del Congreso “La Iglesia en la Educación”, celebrada en Murcia, el 30 de octubre de 2023 en la Diócesis de Cartagena.

SINOPSIS DE LA EXPERIENCIA

El aprendizaje de una segunda lengua tiene un efecto transformador en el alumno ya que no solo se forma intelectualmente sino también a nivel espiritual y social. El estudio de idiomas ayuda a construir relaciones fraternas por los cambios que tienen lugar en la manera en que los estudiantes perciben otras culturas y por los valores que se desarrollan en el aula a través de la acción educativa.

DESCRIPCIÓN 

Cuando se piensa en aprender idiomas, se nos presentan posibilidades para viajar, relacionarnos y comunicarnos con personas de otros países y culturas además de mejorar a nivel laboral o educativo.

Mi experiencia es que el aprendizaje de una segunda lengua no solo implica la adquisición de conocimientos a nivel intelectual, sino que supone tomar conciencia de la riqueza que nos ofrecen otras culturas, cómo todas aportan y ayudan a tener una visión más amplia y rica de la realidad. Como consecuencia, los estudiantes en su proceso devienen más flexibles y tolerantes al entrar en contacto y conocer otras culturas y tradiciones; se muestran abiertos a dialogar con quien no piensa como ellos y empatizan con quien percibe la realidad de manera diferente a la suya. También comprenden las dificultades que entraña salir del país de origen en busca de trabajo o por motivos de formación.  En definitiva, constatan que la cultura propia no es la única opción ni la mejor, sino que es una entre muchas y todas aportan. 

Asimismo, en el aula de idiomas, se desarrollan valores humanos y cristianos. Se trabaja mucho, en términos generales, la lengua hablada con lo que se procura establecer un clima de diálogo y escucha continuos, lo que viene a reforzar las relaciones que se establecen en el grupo favoreciendo la activación y el desarrollo de valores. Estos se ejercitan a través de actividades, dinámicas grupales y en parejas, dentro del aula; mediante el uso de la segunda lengua, el aprendizaje constituye también una experiencia transformadora. Se ponen de manifiesto valores como el respeto hacia los demás, la tolerancia hacia el que piensa de manera diferente, la solidaridad y compañerismo dentro del grupo, la responsabilidad en el estudio, el valor de la amistad, la convivencia dentro del aula, la acogida de la diversidad cultural, la flexibilidad a la hora de aceptar puntos de vista distintos al propio, la empatía, la aceptación del otro. Existe un ambiente apropiado para la cultura del encuentro, de la reciprocidad, de la confianza, la perseverancia en el estudio, compartir con los compañeros, el compromiso o la superación; en definitiva, el “amor al vecino”.


Otro aspecto que he advertido a lo largo de mi experiencia profesional es que somos “mejores personas” cuando hablamos un segundo idioma puesto que los seres humanos mantenemos cierta distancia con un idioma de estudio, algo que no sucede cuando hablamos nuestra lengua materna; esto nos da la oportunidad de hacer cosas en la segunda lengua que nos cuesta mucho hacer en nuestra lengua nativa. Por ejemplo, reconocer que nos hemos equivocado, expresar el desacuerdo de manera asertiva, manifestar gratitud, pedir perdón, mostrarnos vulnerables al expresar emociones o sentimientos y verbalizarlos, ser honestos o expresar lo que realmente sentimos ante una situación. 

Por tanto, el aprendizaje de un segundo idioma es un proceso transformador por el que nuestra visión del mundo se amplía enormemente; la persona y su identidad crecen, se desarrollan y ennoblecen puesto que los idiomas no son solo palabras y estructuras que usamos para comunicarnos sino sobre todo son una forma de ver el mundo, de interpretar la realidad. Si aprendemos una segunda lengua nuestra visión de la realidad crece y se expande; la perspectiva que nos proporciona nuestra lengua materna queda ampliamente enriquecida.

EVALUACIÓN DE LA EXPERIENCIA

Aprender una segunda lengua contribuye a la formación completa de la persona, en su dimensión social y espiritual; ayuda a superar las divisiones, rivalidades, el egoísmo y el egocentrismo y ayuda a construir relaciones fraternas en el marco de una cultura del encuentro y de la convivencia. En definitiva, fomenta una sociedad que escucha y dialoga y facilita la creación de un mundo más fraterno.   

De cualquier forma, se debe apuntar que hay muchos factores que influyen en el desarrollo de esta experiencia. Por ejemplo, si la comunidad de aprendizaje de la que el alumno participa es un grupo motivado y participativo o por el contrario si es una comunidad individualista y pasiva. También influyen la autoconfianza, el carácter o la motivación personal de cada uno.

DESAFÍOS

Como desafío de cara al futuro se encuentra ser conscientes y no descuidar que la responsabilidad docente va más allá de enseñar contenidos puramente intelectuales y debe contribuir a desarrollar las dimensiones sociales y espirituales de la persona en la construcción de un mundo mejor.



El reto más inmediato que se me plantea a título personal es cómo conjugar esta experiencia que se ha descrito en la docencia online. Para el curso 2023-2024 se ha implementado esta modalidad de enseñanza en las Escuelas Oficiales de Idiomas de la Región de Murcia e imparto docencia a uno de estos grupos por lo que por primera vez en mi carrera profesional estoy enseñando inglés a través del ordenador. Intuyo que uno de los desafíos a los que tendré que enfrentarme en un futuro próximo, desde el punto de vista cristiano, es ofrecer mi testimonio como docente, más significativo y relevante en esta modalidad, estando dispuesta a la escucha y al acompañamiento del alumno ya que la tecnología tiende a aislar a las personas y a debilitar los vínculos; el alumno debe sentirse atendido y acompañado en todo momento con el fin de evitar la frustración y, como consecuencia, el abandono. Igualmente se halla el reto de dar prioridad a la persona sobre la técnica mostrándome cercana y procurando que el alumno no se encuentre solo y aislado ante la asignatura, sino que se sienta parte de una comunidad.


Maravillas Moya Cabrera

Escuela Oficial de Idiomas de Caravaca de la Cruz, Murcia

(Diócesis de Cartagena)


jueves, 25 de mayo de 2023

ANTE LAS PRÓXIMAS ELECCIONES


En estos días resulta casi imposible evitar en las conversaciones cotidianas, el tema de las elecciones del día 23 de julio. 

Como educadora, siento cierta intranquilidad ante lo que está por venir ya que en el campo de la educación, hay mucha incertidumbre entre los partidos que se presentan. No hay propuestas claras y precisas sino demasiado generales y dejan en nosotros una gran cantidad de interrogantes. Se habla de becas y de oportunidades; ayudas y subvenciones pero sin llegar a clarificar la intención que se encuentra detrás de estas opciones.

Otros aspectos están siendo los protagonistas de esta campaña electoral. Las cuestiones territoriales, el aborto, el vientre de alquiler o , de manera transversal, la libertad de expresión. Preocupa enormemente que con todo esto perdamos de vista valores fundamentales como el respeto, la tolerancia, el servicio hacia los otros, las costumbres propias o la sencillez de vida, en definitiva, una vida coherente y sólida con estos y otros principios que, en definitiva, son los que han sostenido y sostienen nuestra sociedad, de manera cada vez más debilitada por la pérdida de sentido, de un "para qué".

Por eso hoy más que nunca se hace necesario una reflexión profunda a la hora de emitir nuestro voto. Sabemos que ningún programa de los partidos que concurren nos va a satisfacer al 100% y mucho menos la gestión que posteriormente realicen los vencedores. Se impone entonces esta reflexión en conciencia en la que debo preguntarme ¿qué deseo para mí y mi familia y amigos? ¿hacia dónde quiero que vaya mi país? ¿qué deseo para los trabajadores? ¿y para los que viven en la precariedad? No hablo solamente de temas económicos sino también a nivel formativo, cultural, familiar y social.

Con esta reflexión se pretende ayudar a ver las cosas desde otro punto de vista, el común, porque todos somos necesarios para sacar un país adelante. Y más aún, todos somos responsables de lo que sucede y la manera de ejercer esa responsabilidad es depositando nuestro voto meditado el próximo día 23 de julio.

domingo, 5 de febrero de 2023

CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LA CANDELARIA


El domingo 5 de febrero he tenido oportunidad de asistir a una Eucaristía en la que se celebraba la Fiesta de la Candelaria, o la Presentación de Jesucristo en el templo, que aunque litúrgicamente correspondía celebrarla el jueves 2 de febrero, se había trasladado al domingo para poder contar más ampliamente con la participación de las familias. Ha tenido lugar una procesión con la imagen de la Virgen de la Candelaria y padres junto con los niños pero previo a este recorrido se ha realizado una bendición por parte del párroco a padres, niños y madres embarazadas. Ha sido realmente asombrosa la respuesta de las familias del barrio; el templo se encontraba completamente lleno incluso más que un domingo ordinario.

Ha sido una experiencia llena de esperanza y de alegría contemplando a los niños risueños e inquietos, a los padres con criaturas en brazos y al sacerdote bendiciendo a unos y otros usando distintas invocaciones. 

Qué duda cabe que la esperanza y el futuro de la sociedad se encuentra en la familia. Tan solo al contemplar a los matrimonios, se percibía algo especial: el designio de Dios hecho realidad y con ello la paz del corazón que es el sello que la obra de Dios deja en nosotros. 

lunes, 16 de enero de 2023

EDUCAR PARA SER: EMERGENCIA EDUCATIVA



La expresión emergencia educativa fue utilizada por el Papa Benedicto XVI en una carta que dirigió a la Diócesis de Roma en el año 2008. Sirva esta mención como homenaje y reconocimiento al Papa alemán que tanto me ha ayudado con sus escritos en la formación recibida.


En la sociedad actual todo avanza a gran velocidad con el uso masivo de las nuevas tecnologías, el consumismo, el tener frente al ser, la competitividad o la satisfacción inmediata de los deseos. El ritmo de vida se ha acelerado desmesuradamente, lo cual tiene una repercusión en las relaciones sociales, el ámbito laboral y la vida personal en general; es una sociedad traspasada por el individualismo en la que impera la cultura del descarte, del aislamiento y la falta de sentido de fraternidad en donde se prescinde del esfuerzo al afrontar un desafío o se olvida el valor de crecer como personas ante una experiencia negativa.


Desde distintas instituciones y organismos se intenta sembrar algunos valores como la inclusión, la solidaridad o la tolerancia, pero esto contrasta con una moral utilitarista e individualista que afecta a toda la sociedad, a su desarrollo y crecimiento. Existen algunos planteamientos que parecen incrementar la libertad, pero en realidad lo que se consigue es la despersonalización absoluta, la supresión de cualquier punto de referencia que pueda servir de apoyo a la persona y a sus dificultades, a la verdad o al bien, y antes se conduce a la sociedad a la desorientación y a la inseguridad.


En este estado de cosas, la tarea educativa se presenta como una labor especialmente complicada, tanto a nivel de las comunidades formativas como en el momento de transmitir valores en la familia, de una generación a otra. Es bien conocido el hecho de que los educadores viven la experiencia de la desvalorización de su trabajo y, en general, la sociedad en su conjunto contempla cómo se ponen en duda las bases de la convivencia. Este es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la educación en la actualidad: la degradación de los valores comunes y las normas básicas de entendimiento a favor del individualismo y el consumismo.


Frente a esta realidad de incertidumbre y desconfianza, el educador debe plantearse su cometido desde una perspectiva antropológica, referida al hombre como ser que crece y se realiza a través de la educación, y cuestionarse si busca formar personas al servicio de una sociedad más solidaria y fraterna, pues ésta visión afectará directamente al modo de comprender y desarrollar la praxis educativa. Por otro lado, la sociedad necesita confiar en los docentes y en la labor que realizan, reconociendo su contribución en la construcción de una sociedad mejor.


En resumen, la educación no es una simple cuestión de puesta en práctica de técnicas y metodologías didácticas, ni la mejora de unas destrezas, sino que supone desarrollar la humanidad de una persona, ayudar a los estudiantes a ser críticos con la realidad que nos rodea para no dejarse dominar por las modas, la publicidad o las ideologías. La actual emergencia educativa acentúa la necesidad de educadores y comunidades educativas que sean testigos de los valores que construyen la vida común. Por ello la instrucción ofrecida debe llevar a salir de uno mismo: educar, no para tener más, sino para ser más.


Maravillas Moya Cabrera
Artículo publicado en la web de la Pastoral Universitaria de la Diócesis de Cartagena